El ingeniero alemán Dieter Seifert comenzó hace dieciocho años sus investigaciones para crear la que hoy es la primera cocina solar. Tras numerosas rectificaciones y pruebas al fin dio con uno de los prototipos que mejores prestaciones ofrece. Es la cocina parabólica KSOL, capaz de generar una energía equivalente a los 600 watios, calor similar al que ofrece cualquier hornilla eléctrica convencional. En este caso la energía sólo depende de la intensidad del sol y de la superficie de la parábola de la cocina. Existen tres modelos diferentes, que oscilan entre la más pequeña, con un metro de diámetro a las más grande, con 140 centímetros. El modelo familiar, en el que se pueden cocinar hasta paellas para diez personas, tarde unos veinte minutos en hervir seis litros de agua. Se alcanzan temperaturas superiores a los 200ºC lo que permite asar, freír y hornear alimentos.
El fácil montaje de la KSOL, unas cuatro horas de trabajo, junto al hecho de que una vez plegada quepa en una pequeña caja, convierte a esta cocina no sólo en un mero objeto del mercado ecológico sino en una manera de acabar con el consumo indiscriminado de mil millones de metros cúbicos de leña al año y con la emisión a la atmósfera de 825 millones de toneladas de CO2. A estas características respetuosas con el medio ambiente se le une el hecho de que esta cocina solar puede llegar a cualquier lugar apartado, allá donde no alcanzan otras energías. El padre de la KSOL, Dieter Seifert, señala que el nuevo modelo permitirá «hacer estas cocinas en cualquier lugar del mundo, ya que un niño la puede montar en tres o cuatro horas, y ya no tendrá que ir a recoger leña al campo, que en muchos de los países pobres está cuajado de minas». En la actualidad ya existen unas 14.000 cocinas de este tipo distribuidas por más de ochenta países
Cargando
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario