Quiero dejarles una pequeña historia de John W. Schlatter de valores, para reflexionar acerca de lo importante que puede ser la bondad.
UN GESTO SIMPLE:
UN GESTO SIMPLE:
Un día, Mark volvía caminado del colegio cuando vio que un chico que iba delante había tropezado y se le habían caído los libros que llevaba, además de dos abrigos, un bate de béisbol, un guante y un grabador pequeño. Mark se arrodilló y colaboró con el chico en recoger los artículos diseminados. Como iban en la misma dirección, lo ayudó a llevar parte de las cosas. Mientras caminaban, Mark descubrió que el chico se llamaba Bill, que le encantaban los videojuegos, el béisbol y la historia, que tenía muchos problemas con las demás materias y que acababa de romper con su novia.
Llegaron a la casa de Bill, y Mark fue invitado a tomar algo y a mirar un poco de televisión. La tarde fue agradable, con risas y charla compartidas y Mark regresó a su casa. Siguieron viéndose en el colegio, y almorzaron juntos una o dos veces, hasta que los dos terminaron el ciclo básico. Completaron los estudios del ciclo medio en la misma secundaria donde mantuvieron sus breves contactos a lo largo de los años. Finalmente, llegó el esperado último año y, tres semanas antes de recibirse, Bill le preguntó a Mark si podías hablar.
Entonces le recordó el día en que se habían conocido muchos años antes. “¿Nunca te preguntaste por qué llevaba tantas cosas a casa aquel día?”, pregunto Bill.
“Sabes, había limpiado mi armario porque no quería dejarle un revoltijo a nadie. Había guardado algunas píldoras para dormir de mi madre y me iba a casa a suicidarme. Pero después de pasar un tiempo juntos, hablando y riéndonos, me di cuenta de que si me hubiera matado, habría perdido esa oportunidad y muchas cosas que podrían aparecer. De modo que ya ves, Mark, cuando recogiste mis libros ese día, hiciste muchísimo más. Me salvaste la vida.”
Llegaron a la casa de Bill, y Mark fue invitado a tomar algo y a mirar un poco de televisión. La tarde fue agradable, con risas y charla compartidas y Mark regresó a su casa. Siguieron viéndose en el colegio, y almorzaron juntos una o dos veces, hasta que los dos terminaron el ciclo básico. Completaron los estudios del ciclo medio en la misma secundaria donde mantuvieron sus breves contactos a lo largo de los años. Finalmente, llegó el esperado último año y, tres semanas antes de recibirse, Bill le preguntó a Mark si podías hablar.
Entonces le recordó el día en que se habían conocido muchos años antes. “¿Nunca te preguntaste por qué llevaba tantas cosas a casa aquel día?”, pregunto Bill.
“Sabes, había limpiado mi armario porque no quería dejarle un revoltijo a nadie. Había guardado algunas píldoras para dormir de mi madre y me iba a casa a suicidarme. Pero después de pasar un tiempo juntos, hablando y riéndonos, me di cuenta de que si me hubiera matado, habría perdido esa oportunidad y muchas cosas que podrían aparecer. De modo que ya ves, Mark, cuando recogiste mis libros ese día, hiciste muchísimo más. Me salvaste la vida.”
Piensen que pueden salvarle la vida a alguien simplemente siendo generosos y generando momentos de felicidad. Transmitamos la felicidad.
1 comentario:
Saludos. Es una gran idea, que a muchos nos ha rondado la cabeza alguna vez. Es un esfuerzo titatico el crear consciencia en la humanidad, sin embargo, si somos bastantes, muchos podremos hacer un pequeño cambio y ese pequeño cambio provocara otro mas grande y asi sucesivamente. No se rindan, no estamos solos, el problema es encontrarnos y unirnos.
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